El traumatismo craneal (traumatic brain injury en inglés, o TBI) es la primera causa de muerte en adultos menores de 25 años, mientras que la mayoría de los supervivientes sufren daños cerebrales permanentes. Por lo tanto, es necesario mejorar el tratamiento de estos pacientes, con medidas terapéuticas personalizas y en tiempo real. La óptica difusa permite un seguimiento no invasivo de la oxigención y del flujo sanguíneo cerebral, al tiempo que permite valorar los cambios que se producen después del tratamiento. El objetivo de esta línea de investigación es demostrar y validar cómo las técnicas de óptica difusa constituyen una fuente de información muy relevante, y no invasiva, sobre las condiciones del cerebro de los pacientes neurocriticos y nos permiten orientar su tratamiento.